José Ramón Morales y sus casas con alma
By ELENA IGLESIAS
Hay tres cosas muy características en la pintura de Morales, que trabaja en acrílico con textura y tintas. Primero son sus casas y edificios a los que ha dado sentimientos. ''Para mí los edificios representan a los cubanos. Somos nosotros mismos. Se enamoran, emigran, sufren, tienen miedo. Hay algunos que se van volando, como los cubanos que se van en avión. Otros se van por partes: primero el hijo, después la madre, después el padre y al final se reunifican. En otros cuadros, los edificios se van en flotillas, como en mi caso, y se llevan sus raíces'', dice ensimismado.
Otra particularidad de su pintura es lo que él llama ''el manto del pudor'', una tela desplegada por el lienzo que está presente en muchos de sus cuadros. ''Creo que todas las personas en el mundo nacen con un rollo de tela, que en todas las culturas se ha utilizado siempre para cubrirlas'', afirma
convencido.
La tercera peculiaridad de sus cuadros son los precipicios, donde se ven personajes saliendo del centro de la tierra, símbolos de la nueva generación, la esperanza, el futuro. ''Ellos traen consigo el manto del pudor, que para mí representa un comienzo. En algunos de mis cuadros parece que ha ocurrido una tragedia. La tierra se abre y los edificios sufren, pero siempre del centro de la tierra sale la nueva generación con el manto del pudor. Siempre de los problemas surge una esperanza. Para mí los precipicios simbolizan el reto de estar vivo, que nos mantiene en constante desafío ante al peligro'', explica.
Una de sus pinturas favoritas son unos edificios que representan La ceiba de Ana María, una pintora amiga a quien le regaló una ceiba pequeña, que llegó a ser un árbol gigante. ``Se cayó durante el huracán Wilma, pero sobre su tronco han nacido otras ceibas que simbolizan la esperanza de un nuevo comienzo. En realidad nada se pierde, todo se
transforma''.
Morales también pinta manzanas, mangos y papayas en las que se ve el manto del pudor, ''porque la semilla es el principio de un árbol, de una nueva vida''. Otras veces se deja llevar por el inconsciente. ``La pintura es el vehículo que utilizo para expresar las cosas que tengo dentro. Todo me gusta mirarlo al revés. Para ser original uno tiene que plantearse lo diferente, el otro lado de las cosas''.
Según Morales, al terminar de pintar un cuadro, la pintura sigue su proceso a través de los años y los siglos. Es algo vivo que se transforma, va envejeciendo y adquiriendo elegancia. ``Es como una madre que pare un niño, pero ese niño empieza a crecer y a desarrollar su propia personalidad''.
Morales ha creado un mundo muy personal, un estilo fantasioso y, a veces, alucinante. ``Por ejemplo, me fijo en una cuadra donde hay casas viejas y me doy cuenta de la casa que está triste, de la que está muy contenta; de cuál ha rejuvenecido, cuál es envidiosa, cuál está abandonada. Para mí todas tienen vida. Puedo ver cuál fue la diva del barrio, esa casa que un día fue gloriosa y aunque ahora esté abandonada sigue siendo distinguida''.
El pintor ha pasado por diferentes etapas, pero ahora piensa seguir con sus casas y edificios, porque ya son como sus hijos, ``con diferentes caminos, pero siempre orgullosos de su padre que los creó con mucho amor. Quisiera reencarnar en el barniz que proteja mis pinturas para la eternidad. Quiero que esos cuadros lleven alegría, felicidad, paz''.•
'Las dos orillas del deseo'. pinturas de José Ramón Morales. Zu Galería Fine Arts. 2248 SW Calle 8. (786) 443-5872. Hasta el 5 de noviembre.